Por María Ángela Rodríguez [1]

maria.rodriguez5@ues.edu.sv

ORCID: 0000-0001-8748-6864


Resumen

El COVID-19 es una nueva enfermedad que ha infectado a más de 9.3 millones de personas en todo el mundo, los efectos que ha generado van más allá de la salud pública, provocando una crisis económica y social alrededor del mundo. Para conocer más a detalle las consecuencias que sobre las mujeres, se realiza la investigación con el objetivo de identificar efectos de la crisis del COVID-19 en la vida económica y social de las mujeres, para explorar consecuencias en el plano emocional y afectivo derivado de la carga del cuidado.

Se presenta una síntesis de un estudio descriptivo, con enfoque mixto, realizado entre la última semana de mayo y las dos primeras de junio del 2020, utilizando la técnica de la encuesta (en línea), mediante un cuestionario estructurado en cinco partes. En primer lugar, se exploró algunos aspectos sociodemográficos que sirve como referencia del perfil de las mujeres encuestadas y los cinco apartados que sondean la situación sobre empleo, dependencia de remesas, trabajo del hogar, relaciones afectivas y corresponsabilidad con las mujeres.

Sobre los resultados se concluye que, por la emergencia, las mujeres son las más afectadas dado los roles y estereotipos de género, ya que, aparte de la carga de trabajo productivo que realizan (la mayoría lo hace desde casa), también se ven afectadas por el incremento del trabajo reproductivo o cuidado del hogar, afectando así su estabilidad emocional porque están experimentando sentimientos y emociones negativos.


Abstract.

COVID-19 is a new disease that has infected more than 9.3 million people worldwide, the effects it has generated go beyond public health, causing an economic and social crisis around the world. To learn more about the consequences for women, a research is carried out with the aim of identifying the effects of the COVID-19 crisis in the economic and social life of women, to explore consequences on the emotional an affective plane derived from the burden of care.

A synthesis of a descriptive study is presented, with a mixed approach, carried out between the last week of May and the first two weeks of June 2020, using the online survey technique, using a five-part questionnaire. First, some sociodemographic aspects were explored, which serve as a reference for the profile of the women surveyed and the five sections that probe the employment situation, remittance dependence, housework, affective relationships and co-responsibility with women.

Based on the results, it is concluded that, due to the emergency, women are the most affected given the gender roles and stereotypes, since, apart from the productive workload they carry out (most of them do it from home), they are also affected by the increase in reproductive work or home care, thus affecting their emotional stability because they are experiencing negative feelings and emotions.


[1] Académica e investigadora de la Escuela de Economía, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de El Salvador. Coordinadora de la Red de Investigación en diferenciales de Género, filial Universidad de El Salvador.


Introducción.

Nadie es indiferente ante la pandemia provocada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, que da lugar a la enfermedad conocida como Covid-19; y que, desde finales del 2019 a la fecha (24 de junio de 2020) ha infectado a más de 9.3 millones de personas en todo el mundo, mientras que la cantidad global de decesos supera los 479,000 (5.13%) y la de los recuperados, los 4.6 millones de personas (50.16%) (Google, 2020).

Suenan muchas alarmas por los efectos que la pandemia está generando no solo en la salud de las personas, sino también por sus implicaciones en el crecimiento económico de los países, sobre todo aquellos que han tomado medidas drásticas de confinamiento llegando al cierre y paro casi total de sus economías, por largos periodos de tiempo, pretendiendo aminorar los niveles de contagio y muerte.

 Sin embargo, muy pocas voces son las que se han pronunciado para señalar que esta crisis (como muchas otras) está teniendo y tendrá mayores efectos negativos en la vida de las mujeres. Surge pues, la necesidad de identificar algunos efectos de la emergencia provocada por el COVID-19 en la vida económica y social de las mujeres, para explorar consecuencias en el plano emocional y afectivo derivados de la carga del cuidado. Los resultados que se detallan en este artículo son una síntesis de un estudio descriptivo, con enfoque mixto, realizado entre la última semana de mayo y las dos primeras de junio del 2020, utilizando la técnica de la encuesta (en línea), mediante un cuestionario estructurado en cinco partes.

Cada una incluyó un listado de preguntas que permitieron cuantificar datos sobre trabajo y empleo, dependencia de remesas, trabajo del hogar, relaciones afectivas y corresponsabilidad con las mujeres; se usó muestreo simple, con un error muestral de 3% y una confianza de 97%, 85% probabilidad de éxito y 15% de fracaso, obteniendo un valor mínimo representativo de 668 mujeres.

Como unidades de análisis se definió a mujeres mayores de 10 años que tuvieran acceso a internet, según la EHPM (DIGESTYC, 2019) ascienden a 1,488,221 mujeres.

Antes de presentar los resultados del sondeo es necesario precisar algunos conceptos clave que desde las teorías feministas y de género se han propuesto con el objetivo de evidenciar o visibilizar que la situación, condición y posición de las mujeres en relación a la de los hombres es diferente (generalmente en desventaja), tanto en el hogar como fuera de este.

División sexual del trabajo: según Guzmán (2020) es un proceso mediante el que se han atribuido habilidades, competencias, valores y/o responsabilidades a una persona con base en sus características biológicas asociadas a uno u otro sexo. Esto se traduce en la división de las tareas que son fundamentales para la organización social, según lo que le corresponde a alguien por ser hombre o lo que le corresponde por ser mujer.

Roles (tradicionales) de género: los roles de género hacen referencia al conjunto de normas sociales y de comportamiento apropiadas para los hombres y las mujeres de un grupo o sistema social dado, en función de la construcción social que se tenga de la masculinidad y femineidad, expresión pública de la identidad de género (UNAF, 2014).

La misma definición considera que, tanto lo femenino como lo masculino están determinados a relacionarse por distintos ámbitos sociales (o esferas) que marcan diferencias en el uso de los tiempos y los espacios.

Por ejemplo, al sujeto hombre-masculino, se le asignan tareas que se desarrollan en el ámbito público y cuyos fines se fundamentan en la provisión de recursos, el mantenimiento y el sustento familiar, que son consideradas tareas productivas y que están valoradas económica, cultural y socialmente. Además, están sujetas a horarios, proporcionan relaciones y se les reconoce la capacidad de tomar decisiones.

Por su parte, al sujeto mujer-femenino, se le asignan tareas que se desarrollan en el ámbito doméstico y cuyos fines se fundamentan en la reproducción biológica, la crianza y los cuidados, que son consideradas tareas reproductivas (reproducir significa repetir lo que otros hacen) y que NO están valoradas NI económicamente (pues no se percibe remuneración por ellas), NI culturalmente (pues no se habla de ellas, son invisibles), NI socialmente (pues se desarrollan en espacios cerrados y aislados -el hogar-). Además, NO están sujetas a horarios, producen aislamiento y NO se les reconoce la capacidad de tomar decisiones.

Fundación DEMUCA (2011) considera 3 roles principales: rol productivo, rol reproductivo y rol comunal (Págs. 17 y18):

  • Rol productivo: se refiere a las actividades que están remuneradas. Se suele ubicar en lugares públicos fuera del espacio doméstico, y se refiere al tipo de trabajo que nos viene a la mente cuando se indica que alguien “está trabajando”;
  • Rol reproductivo: es el trabajo no remunerado relacionado directamente con la ética del cuidado. Cuando se cuida a los hijos/hijas, personas enfermas, o ancianas, se está llevando a cabo un trabajo de carácter reproductivo; y,
  • Rol comunal: relacionado también con la ética del cuidado, pero (y a diferencia del reproductivo) es llevado a cabo fuera del ámbito doméstico, concretamente, se desempeña en el ámbito social de la comunidad. Se refiere a aquellas tareas que se desarrollan gratuitamente para el bien común, son trabajos que cubren las carencias que se derivan de la inexistencia de una cobertura social pública…

Trabajo del cuidado: 

Los cuidados involucran todas las actividades que se realizan para atender las necesidades de la vida diaria y que se vinculan a los quehaceres domésticos (cocinar, lavar, planchar, el aseo del hogar, hacer las compras, entre otras actividades) y a la atención directa de las personas dependientes. La noción de dependencia se asocia a la necesidad de ayuda que tengan las personas para realizar las actividades esenciales de la vida diaria (como comer, bañarse, vestirse, movilizarse y trasladarse fuera del hogar) y que requieran de acompañamiento (Salvador, 2015).

Para la Organización Internacional del Trabajo, la prestación de cuidados es esencial para que las mujeres gocen de igualdad de oportunidades en el mundo del trabajo. El trabajo de cuidados tiene lugar en diversos entornos y tanto en la economía formal como en la informal. Una parte de estos cuidados son prestados por el sector de los servicios de salud, que es esencialmente formal y público. Los servicios públicos de cuidado de niños y niñas, la educación de la primera infancia, los cuidados dirigidos a las personas con discapacidad y los cuidados de larga duración, así como el cuidado de las personas de edad, son otros de los ámbitos que integran la economía del cuidado (OIT, 2020).

Resultados y discusión del sondeo.

En primer lugar, se exploró algunos aspectos sociodemográficos, obteniendo que el 49 % de las mujeres están solteras, el resto tiene o ha tenido una relación de pareja en matrimonio o en unión libre; en cuanto a la edad, el 67% se ubican entre los 18 y 45 años; 44% no tienen hijos, pero, hay otro 44% que tiene de 1 a 2 hijos, el resto tienen más de 3.

Sobre la actividad a la que se dedican, del total, el 60% se identificó como empleadas, 14% dijo ser emprendedoras o empresarias, un 18% estudiantes y sólo el 8 % se ubicó como ama de casa; 48 de cada 100 mujeres consultadas son jefas de su hogar; 26 de cada 100 no tiene ninguna persona económicamente dependiente, las demás sostienen de una hasta siete personas en calidad de dependientes.



Parte I: trabajo y empleo.

Sobre la situación laboral, del total de respuestas, el 66% de las mujeres dijo desempeñarse en un empleo formal, otras se dedican a los servicios profesionales, autoempleo o trabajan en la informalidad (19%, 7.7% y 5.2% respectivamente). En el tema de ingresos 20% respondió que su ingreso mensual es menor a $200.00, un mayor porcentaje percibe ingreso por arriba de esa cantidad, esto se explica en alguna medida por la naturaleza de la empresa en la que están empleadas, ya que 42% labora en empresas públicas, 29% lo hace en empresas privadas, las demás tienen negocio propio o trabajan para Organizaciones no gubernamentales (ONG´s).



Al momento del sondeo, un 71.4% de mujeres ha visto afectado su empleo ya que deben desarrollarlo desde casa (sobre todo las empleadas del sector público), pero, 21% ha sufrido recorte en la jornada trabajo, suspensión temporal del contrato, incluso la finalización del mismo (4 de cada 100 mujeres se ha quedado desempleada). Además, la mitad manifestó sufrir una reducción de sus ingresos/salario (50.6%)

Pese a que las mujeres están siendo golpeadas económicamente por la crisis y, que para muchas sus ingresos se han visto reducidos, siguen destinando la mayor parte de su ingreso a la compra de alimentos, seguido del pago de servicios básicos y la educación de sus hijas e hijos (en el orden 31.9%, 27.5% y 18%). Las mujeres que perdieron su empleo o se les ha suspendido temporalmente, la mayoría para mantener su hogar se ha visto en la necesidad de solicitar ayuda monetaria a algún familiar (40.7%), 19.3% se dio a la tarea de conseguir otro empleo para obtener ingresos, otras han solicitado créditos o emprendido pequeños negocios dentro de su hogar (18:0% y 17.3% respectivamente).

Los resultados obtenidos en tema de trabajo y empleo no están alejados de las proyecciones que diferentes organismos internacionales han realizado, para el caso, el Banco Interamericano de Desarrollo BID (2020) proyecta que se podrían perder hasta 17 millones de empleos formales y el nivel de informalidad podría llegar a 62% en la región de América Latina y el Caribe, perdiendo así todo avance logrado en periodo 2000-2013 (Ver Cuadro 1).

"A nivel mundialel primer mes de la crisis se habría cobrado un 60% de los ingresos de los (las) trabajadores informales. Esto equivale a una caída del 81% en África y las Américas, del 21,6% en Asia y el Pacífico, y del 70% en Europa y Asia Central" (ONU, 2020).

Al momento del sondeo, un 71.4% de mujeres ha visto afectado su empleo ya que deben desarrollarlo desde casa (sobre todo las empleadas del sector público), pero, 21% ha sufrido recorte en la jornada trabajo, suspensión temporal del contrato, incluso la finalización del mismo (4 de cada 100 mujeres se ha quedado desempleada). Además, la mitad manifestó sufrir una reducción de sus ingresos/salario (50.6%)

Pese a que las mujeres están siendo golpeadas económicamente por la crisis y, que para muchas sus ingresos se han visto reducidos, siguen destinando la mayor parte de su ingreso a la compra de alimentos, seguido del pago de servicios básicos y la educación de sus hijas e hijos (en el orden 31.9%, 27.5% y 18%). Las mujeres que perdieron su empleo o se les ha suspendido temporalmente, la mayoría para mantener su hogar se ha visto en la necesidad de solicitar ayuda monetaria a algún familiar (40.7%), 19.3% se dio a la tarea de conseguir otro empleo para obtener ingresos, otras han solicitado créditos o emprendido pequeños negocios dentro de su hogar (18:0% y 17.3% respectivamente).

Los resultados obtenidos en tema de trabajo y empleo no están alejados de las proyecciones que diferentes organismos internacionales han realizado, para el caso, el Banco Interamericano de Desarrollo BID (2020) proyecta que se podrían perder hasta 17 millones de empleos formales y el nivel de informalidad podría llegar a 62% en la región de América Latina y el Caribe, perdiendo así todo avance logrado en periodo 2000-2013 (Ver Cuadro 1).

"A nivel mundialel primer mes de la crisis se habría cobrado un 60% de los ingresos de los (las) trabajadores informales. Esto equivale a una caída del 81% en África y las Américas, del 21,6% en Asia y el Pacífico, y del 70% en Europa y Asia Central" (ONU, 2020).


Cuadro 1. Escenarios de pérdida de empleos formales por Covid-19 en América Latina y el Caribe


País

Total ocupados (millones)

% empleos formales perdidos en crisis

Formales

Informales

Total

Corto plazo

Largo plazo

Prolongada

Argentina

5.7

6.1

11.8

-1.2

-2.6

-4.8

Bahamas

0.1

0

0.2

-9.3

-17.7

-26.9

Belice**

0.1

-

0.1

-9.3

-16.9

-25.6

Bolivia

1

4.2

5.2

-2.6

-5.2

-9.7

Brasil

58.3

34.1

92.4

-4.2

-7.8

-14.8

Chile

5.4

2.5

7.9

-4.6

-8.4

-15.7

Colombia

8.3

14.1

22.4

-4.2

-7.7

-14.4

Costa Rica

1.5

0.6

2.1

-7.9

-14.6

-22.4

República Dominicana

1.7

2.6

4.4

-6.7

-11.8

-18.5

Ecuador

3.2

4.5

7.7

-4.3

-7.8

-14.4

Guatemala

1.3

5.6

6.8

-7.5

-13.6

-21.1

Guyana

0.1

0.1

0.3

-6.1

-10.8

-16.7

Honduras

0.6

3.2

3.9

-7.9

-13.9

-21.7

Haití

0.3

3.6

3.8

-5.7

-9.7

-14.9

Jamaica**

1.1

-

1.1

-9

-16.4

-24.8

México

18

40.9

58.9

-4.1

-7.7

-14.4

Nicaragua

0.6

2.1

2.7

-7.5

-13.3

-20.9

Panamá

0.9

0.9

1.8

-8.4

-15.6

-23.7

Perú

3.4

13.5

16.9

-3.3

-6.3

-11.8

Paraguay

1.5

5.1

6.6

-3.8

-7.1

-11

El Salvador

0.8

2

2.8

8.6

15.5

23.9

Surinam

0.1

0.1

0.2

-5.3

-9.3

-14.5

Trinidad y Tobago**

1.3

-

1.3

-3.9

-7

-10.5

Uruguay

1.2

0.4

1.6

-7.5

-13.7

-21

Total

116.7

146.3

263

-4.4

-8.2

-14.8

** En estos países no hay diferenciación de trabajadores formales e informales, pues la seguridad social no depende de la categoría ocupacional del trabajador/a.

Fuente: Altamirano, Azuara y González. (2020). ¿Cómo impactará la COVID al empleo? Posibles escenarios para América Latina y el Caribe. BID.


Parte II: dependencia de remesas.

El Salvador es un país con una fuerte dependencia de remesas familiares, para el año 2019 el monto percibido fue de US$5,650.2 millones (Banco Central de Reserva, 2020).

Dada esta realidad, se preguntó si eran receptoras de remesas, del total, únicamente 18 de cada 100 encuestadas dijo que recibía remesas, quien se las envía es su madre o padre (25.6%), hermana/o (21.5%), tías/tíos (16.5%), sólo 10 mujeres de cada 100 respondió que las reciben de su pareja, al resto se las mandan de sus hijas o hijos u otro familiar, el 14.9% no dio respuesta.




Sobre la frecuencia de recepción de la remesa, el 66.9% la recibe 1 o 2 veces al mes, para el resto, la frecuencia es de períodos mayores a dos meses o muy eventualmente. De las 120 mujeres receptoras de remesa, 23 dependen exclusivamente de ese ingreso; sin embargo, 69.4% menciona que en razón de la crisis mundial por el COVID-19, el monto de la remesa recibida ha disminuido, para el 54.8% en un rango de 1% al 50%, para el resto en un porcentaje mayor al 50%, incluso algunas han dejado de recibirlas, agravando su situación en el hogar, porque al igual que las que perciben ingreso en concepto de salario, el dinero lo destinan para comida (30.4%), pago de recibos (26.3%) y educación (19.8), en porcentajes bien bajos lo utilizan para arreglos de la casa, recreación, compra de ropa, arreglo de moto o auto, por mencionar otros destinos.

Si bien la mayoría de mujeres que respondieron no dependen de remesas, las que si son receptoras, ya están sufriendo las consecuencias de la crisis mundial en sus hogares, en este tema el Banco Mundial BM (2020), pronostica una caída de las remesas aproximadamente del 20% en todo el mundo, como efecto de la crisis económica por el COVID-19 y el confinamiento, dada en gran parte por la situación en los salarios y empleos de las personas migrantes, que representan en las grandes economías el porcentaje más alto de personas desempleadas . Según el BM “La caída más pronunciada se observará en Europa y Asia Central (27,5 %), seguida de África al sur del Sahara (23,1 %), Asia Meridional (22,1 %), Oriente Medio y Norte de África (19,6 %), América Latina y el Caribe (19,3 %) y Asia oriental y el Pacífico (13 %)”. (Banco Mundial, 2020).

De acuerdo al Banco Central de Reserva BCR, las remesas recibidas por El Salvador entre enero y abril totalizaron US$1,600.7 millones, inferiores en un -9.8% respecto a 2019 (US$173.3 millones). Solamente para abril se registró una caída de -40% (US$287.3 millones en 2020 - US$479 millones en 2019) (BCR, 2020).

El principal país emisor de remesas hacia El Salvador es Estados Unidos USA, ubicado a esta fecha como el país más golpeado de América por el número total de persona contagiadas y las defunciones registradas   [2], del monto recibido en los primeros cuatro meses del 2020, lo proveniente de USA asciende a US$1,527.3 millones, mostrando una reducción de US$156.4 millones respecto al mismo periodo del 2019, equivalente a -9.3%, es decir un crecimiento negativo. Otros países de los que se reciben remesas son Canadá, España e Italia, y también presentan descensos de -8.3%, -12.2% y -27.6% respectivamente, en términos acumulados (BCR, 2020).


[2] Seguido por Brasil a nivel continental


Parte III: trabajo del hogar.

El sistema patriarcal y machista marcó y ha perpetuado la división sexual del trabajo, misma que condiciona los roles que cada uno de los géneros realiza en el ámbito público y privado.

A través de la historia, al interior de los hogares, son las mujeres las educadas/condicionadas para realizar labores (trabajo) del cuidado de otras personas, sean hijas/os, madres, padres, abuelas, abuelos, sobrinas u otra que no pueda valerse por sí misma o porque no ha sido educada/condicionada para realizar actividades consideradas propias o exclusivas de las mujeres.

Considerando que por la cuarentena establecida la mayoría de la población salvadoreña fue confinada en sus hogares, donde las que tienen empleo lo siguen realizando desde casa, se consideró prioritario sondear que está pasando con la carga del trabajo del cuidado, si se ha cargado más a las mujeres o se han redistribuido las tareas entre las personas que comparten la casa.

De las 668 que respondieron 616 realizan actividades del cuidado en sus hogares, dijeron encargarse de limpiar/ordenar, lavar ropa y trastes, cocinan, realizar compras, acompañar en las tareas escolares, aseo de mascotas, arreglo de ropa, cuidado de infantes o personas mayores, por mencionar algunas (¡hay más!), sin embargo, durante la cuarentena para el 71.3% todas esas tareas se ha incrementado, incluso tienen que hacerle hasta de jardineras o cortar el cabello a alguien de la familia, 23.5% señalan que la carga es la misma, sólo un 5.2% dijo que ha disminuido.

No obstante, un 69.8% de mujeres respondió que ha logrado redistribuir las tareas entre la familia, sostienen al mismo tiempo que en el caso de los hombres el 60.60% dedican a las labores del hogar menos de 2 horas, 31.1% de 2 a 5 horas, sólo 4.6% dice que mas de 5 horas; esto demuestra la prevalencia de los roles de género, que en el marco de la crisis está afectando más a las mujeres, pues además de realizar el trabajo por el que recibe un ingreso o remuneración, tienen que asumir todas, o casi todas las actividades propias del hogar.



Sin duda que las mujeres son las que asumen en su mayoría el cuidado del hogar y su familia, situación que no es exclusiva de los hogares salvadoreños; una publicación realizada por Cecilia Caminos (2020) titulada Reparto de tareas en debate: ¿Quién cocina, limpia y cuida en cuarentena? hace referencia a lo que están viviendo las mujeres en los hogares de todos los países, señala que a ellas les toca:

“Hacer las compras, limpiar la casa, ocuparse de niños y sus tareas escolares, de los abuelos y, a todo eso, sumarle el teletrabajo en condiciones de estrés puede ser una combinación agotadora que deja expuesta la desigualdad que suelen padecer las mujeres en el hogar a la hora del reparto de tareas y cuidados en tiempos de pandemia”.

“El teletrabajo resolvió en parte la cuestión laboral durante los confinamientos dictados en diversos países para limitar la transmisión del COVID-19, pero en los hogares donde aún no hay una distribución clara de las tareas y además hay que acompañar a los niños en el proceso de aprendizaje, trasladar la oficina al salón del hogar puede llegar a ser una pesadilla”.


Parte IV: relaciones afectivas.

Considerando que conciliar la vida laboral y familiar con una carga mayor de trabajo para las mujeres en sus hogares no es fácil, se exploró lo que está pasando en el plano de las relaciones afectivas en sus familias.

El 80.7% de mujeres respondió que durante la cuarentena han podido destinar más tiempo al desarrollo de actividades en común dentro de su hogar, que ahora comparten más durante las comidas (28.4%), ven alguna película (27.4%), conversan en familia (20.1%), juegan (14.0%) por señalar las más destacadas; sin embargo, el incremento del trabajo dentro de casa hace que el tiempo no alcance, además, se han enfrentado a otras limitantes para compartir, entre ellas el hecho que cada quien tiene ya sus programas preferidos, las niñas y niños prefieren jugar con el celular, incluso que su pareja pasa mucho tiempo en el celular o prefiere dormir.

Esta nueva convivencia familiar (24/7) ha provocado según el 34.6% de mujeres, efectos negativos en las relaciones familiares, en algunos casos ha escalado y se manifiestan en diferentes tipos y expresiones de violencia, llegando a fuertes discusiones en la familia (39.6%), poca tolerancia (26.8%), poca o nula comunicación familiar (20.8%) y 6 de cada 100 dijo que han llegado a la separación de su pareja.




Obviamente por la crisis las mujeres han experimentado diferentes sentimientos y situaciones durante la cuarentena, en su mayoría negativos (de mayor a menor según el número de respuestas), siente mucha incertidumbre, ansiedad, cansancio, experimentan cambios de humor, se siente presionada, tristes, enfadadas, solas, separada/alejada de la familia, se autor reconocen como las más afectadas dentro del grupo familiar; sin embargo, el 11.6% apunta sentirse más unida a la familia.


Fuente. Encuesta en línea: mujeres, economía y hogar en época de Covid-19.


Es una situación generalizada en el mundo, la crisis ha afectado más la vida de las mujeres en el mundo, ya lo señala un artículo publicado el 25 de mayo por el Diario Vasco “La pandemia del COVID-19 ha provocado un aumento de la sensación de incertidumbre en un 76% de la población mientras que el 43% ha experimentado sentimientos depresivos, que han sido mayores en las mujeres, quienes han pasado el confinamiento solas o han perdido su trabajo y en los grupos de menor edad” (El Diario Vasco, 2020).


Parte V: Corresponsabilidad con las mujeres.

Dado los efectos de la crisis del COVID 19 en las mujeres, se decidió sondear si el Estado y las empresas asumen o son corresponsables en la conciliación de la vida laboral y familiar[3], desafortunadamente en El Salvador muy poco se ha avanzado en el tema, de ahí que el 97.3% señala necesario y urgente invertir en actividades de apoyo al cuidado, recargado a las mujeres. 

Lamentablemente la mayoría de las mujeres solo identificó el desarrollo de charlas, capacitaciones en derechos de las mujeres, terapias psicológicas y algunos apoyos a emprendimientos, es decir, que no se reconoce de parte de las empresas ni del gobierno, acciones que contribuyan a disminuir las responsabilidades del cuidado.

Habría más acciones para la corresponsabilidad si es reconociera que el trabajo del cuidado realizado por las mujeres desde la unidad de los hogares, o, en la llamada economía de los cuidados, permite la reproducción no sólo social sino también económica del sistema. Esto resulta imposible mientras prevalezca el paradigma neoclásico, porque se centra la mirada sólo en las variables monetarias, en lo que tiene precio, en lo que va al mercado, por eso es necesario retomar el aporte de la economía feminista que reconoce la importancia de la esfera no monetaria (el trabajo reproductivo), mientras, se podría iniciar por hacer una valoración económica del trabajo reproductivo de las mujeres ( mujeres: madres, hijas, abuelas, hermanas, tías, vecinas…siempre mujeres) dado que hoy por hoy, es un trabajo que no se ve, tampoco se cuenta, por tanto no se valora; condenando así a la mayoría de la población a vivir en situación de desventaja antes, durante y después de la crisis.


[3] Según la RAE (2020) se define como la participación equilibrada entre mujeres y hombres en la vida familiar y en el mercado de trabajo, mediante la reestructuración y reorganización de los sistemas laboral, educativo y de recursos sociales, con el fin de conseguir la igualdad de oportunidades en el empleo, variar los roles y estereotipos tradicionales, y cubrir las necesidades de atención y cuidado de personas dependientes.


Parte VI. Medidas a implementar.

Un apartado final de la encuesta se orientó a explorar medidas a implementar para disminuir los efectos que está provocando la crisis en sus hogares, así como también otras que favorezcan el avance en la igualdad entre los géneros.

Desde el sentir y pensar de las mujeres, las principales medidas apuntadas son:

  • Diseñar campañas publicitarias no sexistas que contribuyan a la equidad y repartición de tareas en casa.
  • Censurar programas televisivos que reproducen estereotipos de género, promover aquellos que eduquen sobre la igualdad entre los géneros.
  • Que los medios de comunicación no infundan temor, sino que orienten para sobrellevar mejor la crisis.
  • Que las empresas y el gobierno creen espacios de cuido para niñas y niños.
  • Centros de atención y asistencia para el cuido de adultos mayores.
  • Apoyo psico emocional a las niñas y niños debido a la presión académica.
  • Se debe rediseñar estrategias educativas para conseguir indicadores de aprendizaje, no sólo asignación de tareas (guías) que representa mayor trabajo para las mujeres en el hogar.
  • Educación inclusiva (no sexista) desde los centros educativos para hacer cocientes a los niños y niñas que el trabajo de casa es responsabilidad de todos/as sin importar su género, que no es la mamá la obligada o responsable de ello.
  • Formación sobre equidad de género y promover el empoderamiento en las mujeres.
  • Campañas de concienciación para TODOS/AS, porque los patrones socioculturales son creados por mujeres y hombres, todos debemos reeducarnos. Las mujeres darnos nuestro valor a nosotras mismas (porque lamentablemente muchas mujeres han normalizado el patriarcado) y los hombres deben convertirse en seres humanos funcionales y consientes.
  • Horarios escalonados en las empresas, que se apruebe la flexibilidad laboral
  • Darle cumplimiento a la reciente aprobada ley de teletrabajo y garantizar que se cumplan los derechos laborales.
  • Que se logre la igualdad salarial entre los géneros, que valoren el trabajo que hacen las mujeres, que haya promoción de las mujeres en los puestos de trabajo, se erradique la discriminación contra las mujeres. Las mujeres somos muy capaces de todo.
  • Que haya una pensión digna para adultos mayores que permita apoyos para su cuidado.
  • Regular a las empresas para favorecer al personal, que no se bajen los sueldos y brindar más prestaciones, cumplir la licencia por maternidad/ paternidad.
  • Disminución de horas laborales para mujeres que tengan hijos menores, para que puedan compartir más tiempo con ellos. Ayuda económica para las mujeres que sean madres solteras y que no tengan la capacidad de dar una vida digna a su familia.
  • Vigilancia en el cumplimiento de los derechos de las mujeres.
  • Atención a las denuncias por violencia en el hogar, romper con la impunidad y la complicidad.
  • Que la ayuda del gobierno incluya víveres, pero también una dotación de toallas sanitarias ya que con las medidas restrictivas ni a comprar toallas se puede salir y como no se está recibiendo pago por trabajo cesado tampoco se tiene para comprarlas.
  • El sistema de salud debe mejorar el servicio de partos y controles prenatales, que garanticen la salud de la madre y el bebé.
  • Garantizar que se implementen protocolos de bioseguridad en todas las empresas públicas y privadas.
  • Desarrollo territorial donde se tome en cuenta a las mujeres, para promover el emprendedurismo y la formación de las mujeres.
  • Presentación y ejecución de programas y proyectos que beneficien a las familias monoparentales y que los padres cumplan con las responsabilidades para sus hijos/as.
  • Asegurar que las empresas respeten el horario y carga laboral diaria asignada a empleadas/os, para que no abusen exigiendo mayor productividad sólo porque están en la casa, reconocer la depreciación del equipo cuando no lo ha proporcionado la empresa, así como el costo de la energía invertido en el trabajo productivo.


Conclusión. 

La crisis del COVID 19, no sólo ha traído muerte y recesión económica a El Salvador y al mundo, al fijar la mirada en los hogares es posible identificar que las mujeres han tenido que asumir una doble carga, ya que, además de enfrentar y resolver las implicaciones y responsabilidades económicas, pues algunas han visto disminuido sus ingresos o han perdido sus empleos, han tenido que lidiar con un incremento en el trabajo del hogar, trayendo como consecuencia emociones y sentimientos negativo debido a la presión y el estrés.

Las instituciones gubernamentales, la empresa privada, las ONG’s, la academia, en fin, todas las instituciones del Estado salvadoreño, deben hacer esfuerzos para destinar recursos durante y después de la crisis para garantizar los derechos económicos de las mujeres y asuman la corresponsabilidad del cuidado.

Es urgente impulsar políticas públicas diseñadas desde una perspectiva de género para que las mujeres (la mayoría de la población salvadoreña), ya las mismas mujeres apuntan algunas que no solo son necesarias sino urgentes, en el marco de la crisis y la llamada nueva normalidad, se apoyen tanto en lo económico como en el aspecto emocional.

 

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Publicado el Artículos Científicos, Artículos de investigación, Escuela de Economía el 28 jun, 2020